Una forma posible de abordar la lectura de una obra literaria en clase podría ser la lectura oral interrumpida, de manera de ir acompañando el suspenso que el relato provoca.
Existen diversas formas de lectura interrumpida; una de ellas consiste en detenerse en ciertos momentos clave para pedirles a los chicos que digan en voz alta lo que imaginan (por ejemplo, qué va a ocurrir, cómo es algo, por qué alguien actuará de determinada manera, etc.)
Se trata de darles la oportunidad de decir aquello que van pensando mientras leen o escuchan leer a otro. Por lo tanto, puede ser bueno que el maestro abra el juego, pregunte y escuche todas las ideas que ellos aporten sin descartar ni descalificar ninguna teniendo en cuenta que las distintas conjeturas de los demás muchas veces van modificando las propias. Tras dialogar unos minutos con los chicos, el maestro puede seguir avanzando con la lectura.
Para seguir con la dinámica de esta actividad, se pueden imaginar interrupciones en distintos momentos (explicaciones, vocablos nuevos o de significado desconocido, recolección de datos o pistas, intertextualidad, etc.) Sin embargo, en muchos casos, son los chicos quienes las producen en forma espontánea al repetir una palabra, exclamar, hacer una pregunta o incluso hablar entre sí. Estas interrupciones podrán se esperadas o inesperadas, planificadas o espontáneas.
“Al leer para los chicos, el maestro también relee o comenta lo que lee cuando advierte que hay alguna zona especialmente interesante (por su contenido o por la manera en que está expresada o porque simplemente le gustó mucho) o bien cuando considera que resulta más difícil de comprender; y, por supuesto, también acepta y valora las interrupciones de los chicos que preguntan o comentan algo respecto de lo que se lee. Esas decisiones durante la lectura no solo colaboran para que todos se sumerjan en el texto y lo vayan comprendiendo, sino que también resultan un modelo de cómo los lectores vamos tomando distintas decisiones cuando leemos (por ejemplo, leemos más pausadamente una definición o un ejemplo, porque necesitamos darnos más tiempo para entender). En otras palabras, que los chicos puedan leer textos de manera autónoma no significa que deba interrumpirse la lectura en voz alta por parte del maestro. Por el contrario, justamente es en esas lecturas compartidas donde se juega la posibilidad de seguir construyendo una comunidad de lectores, y es en esos momentos cuando se les acercan textos más complejos de los que pueden leer solos. El desarrollo de la afición o el gusto por la lectura descansa, en gran medida, en la participación asidua en situaciones que permiten compartir lo leído, las emociones que la lectura produjo y las opiniones y comentarios que genera.”
Por último, se pueden repasar los
distintos momentos en que se fue deteniendo la lectura de este texto, y retomar
las conjeturas conversando con los chicos acerca de lo que descubrieron juntos.
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