Una mirada hacia la historia de la esclavitud en Santa Fe y el peligro de la historia única.
¿Por qué se construyó una mirada
“benévola” sobre la esclavitud en Santa Fe? ¿Cómo
llegaron los primeros esclavos? ¿De dónde venían? ¿Cómo vivían? ¿En qué
trabajaban? ¿Cómo eran clasificados? ¿Qué se entiende por prácticas de
racialización? ¿Cómo fueron sus
vidas y luchas hasta la abolición de la esclavitud?
¿Cuáles son los peligros de la "Historia única"?
Santa
Fe tuvo una importante población esclava que vivía y trabajaba en las trazas de
las ciudades de nuestra provincia desde el siglo XVII, y hasta en términos
cuantitativos, fue mucho más significativa de lo que la historia suele
recordar.
Frente a las ideas de
que no hubo muchos esclavizados, fueron bien tratados, murieron en las guerras
o fueron liberados con la revolución e integrados en términos igualitarios a un
país que no miraba el color de sus ciudadanos, la investigación de
Magdalena Candioti, pone en relieve la centralidad de la esclavitud
y los esfuerzos de los esclavizados por comprar, negociar y conquistar su
libertad, así como las prácticas de racialización y segregación que impregnaron
el orden luego de la revolución. “Un
silencio ensordecedor se impuso sobre la realidad omnipresente de la
esclavitud.”
Desde
las primeras décadas del siglo XVII hasta mediados del siglo XIX hubo comercio
de personas africanas y afrodescendientes. En Santa Fe se comercializaban
esclavos africanos y sus hijos nacidos en América. La esclavitud se transmitía desde
el vientre materno. A través de la recuperación de objetos como pipas o
platos—, en la Santa Fe colonial, encontramos hallazgos de los esclavizados y
las esclavizadas. En este período casi la mitad de la población era parda o morena
y luego esclavizados.
No
hay demasiadas fuentes que nos hablen de la esclavitud en primera persona. Los
relatos sobre los esclavizados y esclavizadas son construidos por sus amos o
aparecen en documentos oficiales que los consideran bienes, pero nunca sujetos
de derecho.
Lo
que podemos saber es que realizaban trabajos rurales, de la mano de obra
estable de estancias, pero también eran comprados para desarrollar labores
urbanas, como el servicio doméstico de la élite o en diferentes oficios en la
ciudad. A fines de 1840, la prohibición del tráfico transatlántico, la
condición de libertad para los hijos de esclavas y su utilización en la guerra,
provocó la disminución progresiva de la población. La
carta que, sancionada en mayo de 1853, declaró la abolición de la esclavitud
tuvo la singularidad de no presentar debates. De este modo, se daba fin a la
esclavitud negra en el país y se posponía para una ley posterior la regulación de
los modos de compensación de los dueños de los esclavos aún existentes. Es
necesario pensar que, muchos de los prejuicios hacia pardos y morenos, hacia
los negros, así como el proceso de desposesión cultural sí continuaron.
El peligro
del “relato único”, recuperando lo que manifiesta Chimamanda, se
refiere a la idea de que una sola historia se convierte en la única historia. Volver sobre ella y sus relatos, conocer más
nuestro pasado y las identidades negadas e invisibilizadas, ponerlas bajo la
lupa, tender otros hilos sobre el presente y comprenderlo nuevamente, es
necesario para no reproducir los silencios y las exclusiones y reivindicar la riqueza de la infinitud de historias que nos conforman.