En la segunda parte, su autora presenta cuatro escenas muy distintas con la finalidad de ampliar la mirada sobre qué estamos haciendo en las clases que producimos. ¿Cuáles son los logros locales que se consiguen alcanzar en el contexto de clases poco encuadradas, muchas veces no sincrónicas? ¿Qué nos muestran esas escenas? ¿Qué sí podemos hacer? Entre las ideas que comparte Inés Dussel menciona la posibilidad de armar espacios para encontrarse con los estudiantes, considerando que esos espacios son múltiples y móviles, inter-plataformas, y que hay que irse adaptando a lo que se puede en cada momento. Si se puede y quiere aprovechar, observa que emergen otras condiciones para el estudio, como volver a ver la grabación las clases o adaptar los horarios a las propias necesidades, lo cual supone un grado de autonomía. Desde allí, Inés Dussel propone algunos criterios para pensar en situaciones de trabajo concretas de modo de complejizarlas y así movilizar relaciones más desafiantes con el conocimiento, enfatizando que “hagamos lo que podamos para que esos logros locales sean los mejores en estas circunstancias”.
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